miércoles, 20 de enero de 2010

Quien todo ignora todo aprende, quien nada tiene todo gana




El mundo de sabios en el que hemos nacido ha colapsado, el aparato de producción se derrumba, sus instituciones sólo repiten inercialmente su ideología, el sistema de compraventa superó los inimaginables parámetros de la especulación, el modo de acumulación del dinero como representatividad de la ostentación del poder ha estallado, los bancos seguros y reaseguros muestran su verdadero comportamiento, el robo. Hemos vuelto a la piratería. ¡Viva el capitalismo!


Estamos maravillados ante el deslumbramiento que nos produce ver el funcionamiento del sistema en sus exactas dimensiones, mirar sus podridas carnes y su endeble esqueleto. Lo bueno es que está desnudo en medio de la sabana; ya no le calza ningún disfraz.


A todos los colectivos, y a las personas que estén dispuestas a separarse del capitalismo les hacemos llegar estas angustias no terminadas, la mayoría son interrogantes nacidas de estos sudores y estas tierras donde nació el cayapo.


Son interrogantes que deseamos conversar en el marco de los distintos encuentros que nos hacen ignorares, son interrogantes que requieren de otro verbo y otra mirada y otro abrazo, que se parezca o refleje el nosotros, son angustias que requieren el valor de desprendernos del lenguaje poderoso que nos impuso el invasor desde sus pulpitos, caballos, espadas y academias universitarias o no, son ignorares que requieren de otra manera de hablar y de encontrarnos, de acentuarnos y sentarnos y enraizarnos, son preguntas que sólo lo afectivo puede responder desde el adentro, desde la cultura interior no tocada por la cultura capitalista.


Cada palabra de este tiempo debe ser sometida a la hoguera que genere la conversa de los juntos, porque ellas nacieron del hambre del miedo y la ignorancia que nos hace esclavos como individuos.



¡¡El lenguaje nunca será inocente, nunca lo fue!!

martes, 5 de enero de 2010

Primer encuentro mundial de Ignorares





Esto fue tomado del Blog de un pana El Discurso del Oeste
En esto andamos una parranda de panas.

Primer encuentro mundial de Ignorares

En tiempos de sublevaciones, despertares y tomas de conciencia, los seres humanos oprimidos y descendientes de oprimidos hemos ido cayendo en cuenta de las muchas formas de opresión. Una larga, consciente y profunda formación cinematográfica (formación: educación, moldeado del pensamiento y la conducta; adoctrinamiento) consiguió acostumbrarnos a la idea de que nociones como sometimiento, imperio y dominación sólo tienen sentido efectivo si vienen acompañadas de plomo, soldados y misiles. Todavía hay quien cree que no está siendo sometido porque no ve el cañón apuntándole a la frente. Buen momento para entender que el cañón los está acribillando desde adentro. El cañón no se ve, y cuando se deja ver luce tan apetitoso que muchos llegamos a agradecer que nos ametralle.

Pero los tiempos cambian, están cambiando dramáticamente, y he aquí que a las hegemonías ya no les es necesaria la fuerza física para dominar (aunque a veces ayuda; pregúntenle a colombianos, iraquíes, afganos, palestinos y otros). Y aunque no es casual que los amos y dominadores del mundo siguen siendo los que tienen las bombas y los arsenales (y las comodidades y los recursos y la riqueza) va siendo hora también de fijarse en las otras armas, esas que nos estallan cada minuto dentro de la casa y dentro del cerebro. Esas bombas han resultado ser las herramientas y formas más efectivas de ­la dominación. Cuando hablamos, pensamos, nos vestimos, producimos, consumimos, nos divertimos y actuamos (vivimos) como el enemigo nos indica que debemos hacerlo, ya no hace falta matarnos. El cierre más efectista para este párrafo pudiera ser: "No hace falta matarte porque ya estás muerto". Pero lamentablemente la realidad es un poquito peor que la muerte: el enemigo no sólo nos ha liquidado como multiplicidad de culturas sino que nos ha integrado a él. Imagen cinematográfica: en el campo de batalla, el enemigo nos echa unos latigazos y después nos lanza unos caramelos y nosotros nos pasamos al bando de allá sin echar ni un solo tiro.

El mecanismo más poderoso de este complejo ejército de atacantes sin fusil y explosivos sin pólvora ha resultado ser el que nos "recomienda" ser y pensar como el enemigo, bajo riesgo de ser excluidos, execrados y pateados del sistema, del “orden” mundial (orden: el poderoso manda y nosotros obedecemos). A la imposición y adquisición de doctrina e ideología se le ha disfrazado de sublime conocimiento, y los lugares donde se perpetra este crimen contra el ser humano se llaman escuela, liceo, colegio, universidad. En esas construcciones hegemónicas nos encasquetan unos libros, una forma de razonar, de conducir a gente mansa y obedecer a gente poderosa. En las aulas, unos pocos sabios nos zampan unos discursos que debemos repetir fiel y dócilmente. Está la opción de negarse a repetirlos, pero en ese caso jamás pasaremos las materias. ¿Y por qué es tan grave no pasar las materias? Ah, linda pregunta: por supuesto que no sería grave si no nos hubieran aterrorizado desde niños con aquella leyenda de que quien no va a la escuela y a la universidad no es nadie en la vida. Usted entra a la universidad con la esperanza de recibir un título. Para “ser alguien en la vida” hay que pasar unas materias, y para pasar materias hay que repetir lo que le ordenan que repita. Así nos enseñaron a ser esclavos o amos, y al manjar con que nos seducen para que ingresemos en ese circuito de la ignominia y el asco lo han llamado "saber". Saber: no cuestionar al mundo porque las cosas está bien como están. Obedecer, repetir.

El mundo ha sido dominado desde tiempos ancestrales por esa gente que es dueña del saber (y de los recursos, y las comodidades, y la riqueza y el tiempo y la vida de nosotros los esclavos). Y muchos de nosotros, las víctimas de ese inmenso engranaje que nos impone todo (conductas, pensamientos, ritmos) solemos creer que podemos acabar con ese sistema utilizando el mismo lenguaje y los mismos códigos que nos sojuzgaron. Todavía muchos creemos que para combatir las leyes de las hegemonías dominantes tenemos que graduarnos de abogados. Que para levantar las casas apropiadas para el mundo por construir tenemos que graduarnos de arquitectos e ingenieros. Que para combatir las angustias humanas tenemos que graduarnos de sicólogos. Que para destruir este mundo y construir uno nuevo tenemos que estar empapados de “saber”, es decir, del mismo elemento que sirvió para construir la sociedad putrefacta que estamos padeciendo, y que por fortuna está en sus momentos finales.

Frente a quienes creen que hay que seguir ensayando encuentros de saberes, creemos firmemente que esta es la hora de los ignorares. El “saber” tal como lo conciben el capitalismo y las hegemonías acabó o está acabando con la posibilidad de vivir en un planeta justo, disfrutable y habitable. Hay que probar entonces con su opuesto. Con el pulso y la energía de quienes queremos empezar por destruirlo todo, o al menos cuestionarlo.

¿Cómo lo haremos? Lo ignoramos. Ese es nuestro punto de partida. El qué y el cómo tenemos que averiguarlo, diseñarlo, discutirlo, parirlo juntos quienes no sabemos. Quienes tenemos la necesidad de hacerlo. Los que quieren seguir reconstruyendo y tratando de salvar al mundo actual también ayudarán, porque sin fuerza opuesta desaparecería aquello que se llamó dialéctica.


Viene el Primer Encuentro Mundial de Ignorares. Ignoramos cuándo ha de ser, ignoramos dónde, ignoramos cuándo. Pero viene. Seguiremos informando (e ignorando).