jueves, 2 de junio de 2011

¿Cuál ética?

No puede ser la ética, cual cadena de perros de la bicicleta filosófica, desde Aristóteles o aun antes, (coloque usted su filósofo favorito y la época preferida) y quienes la soltaron hasta Hegel y mucho después (salte usted a la escuela o fábrica filosófica de su antojo). No, la ética por construir, puede ser ética, pelética, pelada, peluda, pelempempuda; producto de las tres yucas del pensamiento de aquí. Y si es así, lo más ético es decir que no existe tal ética, tenemos que hacerla con la intervención negra de los haitianos ayudando a Bolívar, de Los Caribes, indígenas desprendidos hasta de la vida misma, para que el otro viva, sin necesidad de cámaras, que vean lo que hago por el otro, y sin transmisores que expongan a los cuatro vientos, nuestras acciones de políticos ambiciosos, hambrientos e insatisfechos de siempre; como cualquier empresario insaciable, comedor de montañas, río, y acumulador de basura en todo paisaje que se le atraviesa en el camino, pero también, la ética de la cultura colectiva, debe estar signada por el coñazal de gente bobera, zamorana, pobres que acompañando líderes, siempre hemos terminado no siendo nosotros, sino los seguidores de, o la turba que sin conciencia, puede acompañar los peores crímenes contra sí misma, y el territorio donde habitamos o al que pertenecemos.


La ética no puede nacer estética de minorías con rostros de otro sitio, estítica no paridora de ideas, diarreica de discursos sin sangre pueblo, compulsiva del apuro de cuanto hay paeso.


Ha de ser fresca, ligeramente controla el Poder Moral, del mural de rostro que somos, sin instituciones tradicionales. La otra ética, ha de ser para la vida. No puede ser de la mortandad, elitesca, remediera, maquilladora de cualquier proyecto, nombre de prócer, una ética socialista, que diga que hace mucho tiempo que no vivimos en sociedad un coño; que nuestra economía, aunque esto es guerra, es atrasada e inmoral, bien sea de computadora o del cambur, de la iglesia, de universitas, o la bolsa de comida y la lata de zinc para el barrio.


Una ética que sea política del justo y nunca para gobernador y alcalde, mucho menos el te meto (porque te meto en ascensor) una ética sin cultura, (de cultores) como si la gente no fuese una sola y que este sistema, todos los días nos duerme, tratando, sin diferenciarnos, de vendernos su oportunismo a punta de cultura, populorum, folclore, escuelas de músicas, danza, saltimbanqui, sinfónica de carrizo, donde nos roban hasta el canto natural de los pájaros para venderlo en Alemania, como unos buenos copiones que somos y hasta de pico pico de los periféricos, del gran boom. Una ética para muchos encuentros, que históricamente nos dice que no estamos solos, sino juntos, a punto de seguir siendo vida, en esta gran casa llamada tierra.


En fin, una ética, sudada de nuestras sombras y que no hieda a bicho muerto.


Tomado del Libro

Mi Amigo es el Enemigo mas Cercano

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