miércoles, 25 de noviembre de 2009

Debemos apagar el Capitalismo

Ha costado comprender que cuesta menos invertir en la construcción de una nueva sociedad, que en reparar lo que nos produce malestar. En tiempos pretéritos, no se había conformado una conciencia clara en el colectivo, de la terrible tragedia que ha producido el trabajo esclavo en las inmensas mayorías. A nuestra manera de ver se ha intentado en todos los experimentos socialistas resolver de buena fe el problema de los pobres; en ese camino se han hecho grandes aportes, como los gestos solidarios: salud, educación, construcción masiva de viviendas, internacionalismo; que hablan con claridad de la capacidad humana para vivir en otra sociedad donde el fin no justifique los medios, en donde se pueda resolver a perpetuidad el problema de las carencias infinitas, que hemos acumulado en la alienación, pero que es explotada para el beneficio de la compra venta.


Es doloroso saber que después de aportar a la humanidad veinte millones de combatientes contra el nazi fascismo, setenta años después se derrumba la Unión Soviética en medio de la más atroz corrupción; aflorando el capitalismo, cuando sabemos que más allá de la propaganda en contra, de los bloqueos, de la guerra, se hizo un esfuerzo por dar de comer, vestir, educar y prestar servicios de salud, a millones de seres humanos que surgieron de la esclavitud zarista. El pueblo chino dio una batalla heroica contra el hambre. Su gobierno hoy, en nombre del comunismo, termina aplicándoles la maquila alimentando la voracidad del capital. Pareciera que todo está destinado al fracaso; pero el gesto de Fidel Castro al reconocer cuarenta y siete años después que se han cometido equivocaciones, nos produce un gran alivio, porque no es El Cayapo quien lo está diciendo, es un hombre del que se podrán decir todas las estupideces de este mundo, pero jamás se podrá negar la profunda honestidad para sostener su idea, su compromiso de luchar por una certeza: es posible construir otro mundo social e histórico, en donde la gente no sea presa de la gente, en donde la otra naturaleza no sea nuestra esclava. Es evidente que no se puede alimentar, vestir y dar techo a los pobres, sin dar al traste con el capitalismo. Hay una razón que aparentemente no se ha entendido y es que los pobres no nacen, se hacen; en nuestro tiempo es el capitalismo la causa; mal se puede pensar entonces, en que administrando bien a este sistema se pueda resolver el problema.


La dinámica, obliga a los bien intencionados políticos que buscan transformar el mundo a escuchar los expertos; pero ocurre que estos, son en lo que existe, no en lo por construir; al final de esa práctica terminaremos en lo mismo, reproduciendo al capitalismo. Hay un ejemplo claro, un tecnócrata de la ingeniería, nos dice con su cara bien lavada que el adobe no se debe usar, porque no es antisísmico; el olvida o desconoce desde su comodidad que hay ciudades de adobe con más de cuatrocientos años; pero cuando él estudió, le enseñaron un mito y se lo aprendió y ahora lo repite como loro; él desconoce que mientras el Estado construyó en cuarenta años doscientas mil casas, los pobres construyeron dos millones, y además construyeron las de sus explotadores; pero el señor tecnócrata dice que esos pobres deben ser educados, para que hagan casas en el método capitalista, no se da cuenta que en el capitalismo el problema de la vivienda no tiene solución. Si el socialismo de carne y hueso no es ideológico, entonces debería convocarnos a las grandes mayorías para discutir cómo hacer casas en otro sistema. La revolución sólo es posible cuando los desposeídos asumimos conciencia del problema y pasamos a solucionarlo.


Los revolucionarios que están en el Estado deben comprender que no se trata de educar para seguir teniendo privilegiados. La mayoría de los fugados de Cuba en los últimos tiempos son profesionales, que nunca valoraron el esfuerzo y sacrificio de los campesinos y obreros para que ellos estudiaran y tuvieran una profesión; hoy son grandes consumidores compulsivos, que no desean saber de la revolución, sino de saciar su hambre ancestral como cualquier habitante de un país burgués. Hay que experimentar antes de seguir repartiendo títulos de graduados desde el preescolar hasta el profesional; como representación de nobleza, primero debemos invertir en la colectivización del conocimiento; hoy las grandes mayorías dudan del ingeniero, del enfermero, del médico, del maestro, del albañil, etc. Todos tememos, las evidencias son extremadas, no escondamos lo evidente; allí puede estar el secreto que nos conduzca a las puertas de la nueva sociedad.


Un Funcionario de la tierra dice de buena fe, que ahora sí se le dará tierra con crédito y se le construirán las casas a los campesinos; si es así, entonces la revolución dentro de veinte años estará reconociendo en boca de Chávez su equivocación, porque el problema no está en dar, está en planificar con todos la nueva forma de producir; por ejemplo, cuando uno va al campo consigue que se ha repartido la tierra entre los campesinos pero resulta que están sembrando para la agroindustria. Si usted me hace una casa, no me está solucionando un problema, me está creando como país un grave problema, porque somos colectivamente consumidores compulsivos; no importa que no tengamos con qué, alguien dijo que me enseñen, no que me den, y no niego lo de la mano tendida. Debemos detenernos a planificar, debemos conseguir en está revolución la nueva manera de trabajar, de crear una red social, pero no virtual sino práctica; una que nos mancomune; digámoslo de una vez por todas, no es educando en los conceptos de la actual escuela, no es curando como el actual aparato de salud -incluido barrio adentro- no es sembrando como estamos, no es produciendo por la vía de las cooperativas (La SHELL, MONDRAGON, pertenecen a una cooperativa), no es haciendo deporte de alto rendimiento, no es el arte del ministril pagado, como construiremos la nueva sociedad; el socialismo de carne y hueso debe estar en manos de todos. Detengámonos, nadie nos espera, es verdad están las tareas propias de la lucha de clases, pero ello no debe ser excusa que nos lleve al error cometido por los anteriores experimentos, que siempre dejaron para después el sueño, quedando al final lo reparado como expresión del comunismo.


Si alguna vez hizo falta información y comunicación es ahora. Todos los días nos estamos encontrando para exigir beneficios gremiales, para crear leyes que favorescan al gremio, pero no para diseñar país, no para soñar; sino para ver qué me dan, a quién robo, cómo logro el cargo; los encuentros se fragmentan entre entendidos, de expertos en expertos, diluyéndose en mamotréticos informes, quedándose en nosotros el saborcito amargo de no haber logrado nada y sí de haber gastado tiempo. Sin embargo hoy más que nunca hace falta planificar muchos encuentros, pero del país, el de carne y hueso, el que no tiene a donde ir, ese que requiere de vivienda, de salud, de trabajo que no de empleo, de diversión, de conocimiento, de calzado, de vestido, de comida; encuentros no compulsivos, deben ser serenos, dar frutos; pacientes como los indígenas, los campesinos; deben ser encuentros que duren muchos días, para producir lo deseado. Nada que tenga mucho tiempo sin solución y que se discuta en dos días lo tendrá. Esperar haciendo, conversando, es una clave; experimentar encontrándonos en permanencia, es otra clave; abandonar el gremio, la institución, para sentarse sin apuro en el círculo puede ser otra clave. De todas maneras este es un decir, si nos equivocamos todos, no nos equivocamos; si se equivocan pocos en nombre y sin consulta de muchos entonces lo sufrimos todos.

¿Construyendo un mundo nuevo copiandome del mundo viejo?


El ministro habla de cultura y se alegra de repetir las miserias del pasado; habla de economía y copia planes de bancos que producen pobres; se habla de salud, de vivienda, de deporte, de comida, de siembra, de cría, de zapatos, de vestido, pero siempre de lejos. Nadie nos pregunta sobre eso, sólo se hacen planes con urgencia, planes copiados de otros países en fracaso, que después de los millonarios planes son más pobres. A nadie pareciera interesarle en las esferas del poder lo de inventar o errar, todos siguen comportándose como si el mundo fuera una tabla de cuatro orillas y se conforman con ir de una a otra. Los planificadores, burócratas, tecnócratas o políticos, nunca les pasa por la cabeza que nosotros podemos pensar y resolver en la medida en que nos den la información real y necesaria, pero esa manía de creerse sabios, nos conduce a todos a repetir el dolor de la equivocación, en donde por razones práctica nosotros seguimos siendo los cara e culpable de siempre, repitiéndonos en la hasta ahora infinita lucha de clases.


Sino, preguntémonos: ¿Cómo me quitaron mi arquitectura, mi armonía y me pusieron a vivir en estas casas de cemento en pleno trópico?; ¿qué interés o qué ignorancia nos enfermaron?; ¿cómo fue que me obligaron a vivir en casas de cochinos?; ¿cómo fue que me vistieron con poliéster en este sol?; ¿cómo fue que me pusieron a comer un solo pan y una sola carne?; ¿cómo me enfermaron de diabetes?.



Los macro planes de viviendas diseñadas y construidas por personas que no van a vivir en ellas engordan las arcas de empresarios y funcionarios de la construcción. Así es la salud, engorda funcionarios y laboratorios, y la comida y el calzado y el vestido que es para nosotros. ¿Por qué no dejan que seamos nosotros quienes decidamos? ¿Cuál es el apuro? Pero también es la educación y el deporte; negocios, comisiones, donde aparecemos como números, sólo estadísticas, nada varía, en las esferas del poder creen que nada ocurre, que nada pasa, que nada pasará, creen que basta con cambiar adecos y copeyanos y nos siguen viendo como gente que de vez en cuando hay que darle una chupeta para mantenerla contenta, y cada cierto tiempo voten no se dan cuenta que somos el 89 y el 4F y 27Nov y 13 de abril y 7 elecciones sosteniendo a pesar de ellos una idea de país.



Hay quienes no entienden la necesidad de una revolución y la confunden con darle de comer a los pobres como si fuéramos cochinos. ¿Cómo fue que me avergonzaron tanto, al punto de que yo no pueda amarme?




No habrá democracia, ni libertad ni participación del colectivo mientras las estructuras que generan la representatividad permanezcan, mientras la fábrica sea la fábrica, la agroindustria sea la agroindustria, los partidos sean los partidos, las instituciones las instituciones. La democracia participativa comienza cuando en colectivo tomo la decisión sobre la producción, fuente originaria de lo que somos como gente. Esta revolución nos debe colocar en el camino de conversar en qué modelo de producción quiero vivir, si escogemos el del crecimiento económico el de los macro números, el de la competencia, entonces estaremos repitiendo historia y no habremos comprendido lo de inventar o errar, lo de cambiar, lo de construirnos desde el adentro, seremos unos vulgares repetidores de discursos vacíos y prácticas antiguas que siempre nos han esclavizados. Si por el contrario nos buscamos sin apuros, en otra ética, entonces habremos comprendido lo de aquel caballero andante, llamado Simón Rodríguez, cuando con toda su humanidad nos enseñó sin miedo a las miserias de su tiempo el significado de “Inventamos o erramos.” Estamos en una revolución. Comprendamos, no temamos, no nos acobardemos no le tengamos miedo al cuero, abandonemos el poder, bañémonos en la alegría, sumerjámonos en el manantial de lo nuevo, de lo por nacer. Por favor no sigamos siendo funcionarios de lo inerte.

Para los COMUNICOLOGOS


Se dice que tenemos un problema comunicacional, si eso es así y lo dicen con angustia, es verdad, entonces debemos pensar que los encargados de resolver el problema no se atreven a salirse de los canales regulares del pensamiento institucionalizado, no se atreven a buscar el medio de la calle, los callejones, los escondrijos las esquinas, no escuchan a los millones que somos, sino que creen que deben hablarnos para formarnos, para instruirnos, se olvidan que lo único revolucionario somos nosotros no como individuos sino como fuerza colectiva, y es a eso a lo que hay que darle fuerza, pero bueno chico pregúntense cómo es que el compañero Hugo se puede comunicar con nosotros y ustedes no, muy sencillo cuando él pregunta y dice: “¿Por qué ellos están en el sol y nosotros en la sombra?, inventamos o erramos, aquí erramos, o todos en el sol o todos en la sombra”; es porque sabe lo que es una punta de sol rayando el lomo, ¿sociología pura, o sentimiento? esto lo encierra todo, déjense de esa pendejera de la orientadera y la formadera ideológica, mójense como nosotros en el día a día y manden esa superioridad saben donde, queremos es el abrazo, o es que no recuerdan que ustedes no estaban cuando nosotros salimos el 27 y 28 de febrero del 89 y en las jornadas de abril del 2002, esto lo decimos no por echonería, porque humildad nos sobra en quinientos años; sino porque, ese es el problema comunicacional, no una maraca de periódico, con el mejor papel, y veinticuatro millones de ejemplares, muchos colores y letras que jode dándole vivas a la revolución en el aire, lo que hará un medio, no será una troncoecadena de TV satelital y tal, o un fenomenal emporio radial, no, es y será y son las ideas y la disposición a cambiar y a desprenderse de lo viejo, de lo cadáver lo que hará una comunicación revolucionaria adecuada a cada instante a cada momento por las que pase la lucha de las revoluciones dentro de las revoluciones.

¿Qué Carajo es una Revolución?


Escribir sobre lo que no se sabe es angustiante, porque ocurre. Te rodea, te empuja, te tropieza, te insomnia, te desacostumbra, y todo lo que era ya no lo es. Las palabras dejan de ser las palabras y sobre todo lo que nombran. Hay un disloque en el cotidiano movimiento, que duele, que molesta, que fastidia, pero te obliga a marchar y lo peor es sin saber a donde. Es esto lo que llamamos revolución: el escoñetamiento del todo y las partes. Nada quedará ileso, hagamos lo que hagamos; por más cagazón que tengamos no lo podremos evitar, esto que ocurre nos ocurre a todos, en todos los idiomas y en todas las comidas, en todos los amores y en todos los odios. Para algunos será una mierda, una abominación, una coñoemadrada, una inmensa falta de respeto a toda la historia, a toda la cultura, a todo el esfuerzo, a todo lo acumulado, a todo lo construido, a Dios, a la virgen y al espíritu santo, pero de todas maneras ocurrirá. Para otros será salvación, mejora, comida, libertad para decir, cantar correr, tirar, beber y cuanta vaina en el ámbito de la carencia se haya sufrido. A pesar de que nos odiaremos, nos mataremos, y nos comeremos vivos, ni los unos ni los otros sabremos qué carajo es una revolución. Y es porque esa necesidad no estaba en la mente de aquellos que tanto la deseamos, de aquellos que tanto la evitamos.


Los que sueñen, sueñen sin el poder, imagínense otro mundo en el que el nacer no sea un dolor, como destino un destierro, imaginen qué desearon hermoso fuera de la carencia, imaginen el sexo sin valor, imaginen la casa y la risa, no imaginen lo existente, no sueñen satisfacción de carencias, soñemos sin el arrullo del poder.


Hoy no puede ser la prisa la que signe nuestros pasos, los que tengan tanto miedo, que se pongan boca abajo en un río hasta que se calmen, todas esas organizaciones de ambos lados desconocen que contribuyen con sus acciones a precipitar el derrumbe de lo establecido, y con ello su propia desaparición, estamos girando en la vorágine de la guerra eterna, ese será nuestro destino como gente de estos tiempos soñados en los espacios del miedo, del hambre y de la ignorancia.


Hermanas, hermanos, esta batalla es por la alegría y la vida, todos a manifestarnos, no hay tareas grandes ni pequeñas en la revolución, sólo hay tareas, como sólo hay gente y todos somos importantes.



Las revoluciones en las revoluciones, nos exigen abandonar esquemas, negar ideologías, para que florezcan millones de ideas, porque las revoluciones que están dentro de las revoluciones, las producen son las ideas que surgen de lo agotado, porque lo estático, lo institucional, por la fuerza de la costumbre, sólo reproducirá lo muerto.

Cuando se pierde la esperanza comienza el socialismo



Ya lo hemos dicho, cuando se pierde la esperanza comienza la revolución. Se hace necesario el cuestionamiento de todo el andamiaje productivo, sus relaciones y las instituciones que le sostienen. Es cuando nos apropiamos del hacer y nada es dejado al azar. Es cuando comenzamos colectivamente a producir los versos, a veces rudos, a veces tiernos, a veces limpios, a veces con aristas, es cuando nos desnudamos de todo interés y comprendemos que la revolución es la vida misma que se transforma. Defender una vieja forma es un sin sentido. Lo que ha de morir, naturalmente ocurrirá.

Nada volverá atrás, ningún interés, sea de clase o individual, evitará que se produzca el hecho revolucionario, él ocurre porque la gente se niega al suicidio y buscará soluciones. Es en este momento, cuando los colectivos que buscan el cambio deben conversar, más allá de la institucionalidad. ¿Cómo debe ser el mundo soñado?, ¿cómo producir sin dañar?, ¿cómo adquirir conocimiento sin alienarse?, ¿cómo estar juntos sin ser sometidos?, ¿cómo jugar sin egos?, ¿cómo no ser superiores, ni mejores, sino ser en comunión? Pero esta conversa, debe estar ligada con el hacer, único juez posible. Esta conversa, no puede estar dirigida por los estafadores de la palabra sin contenido, sino que debe ser jugosa, cargada del fruto de los haceres, porque ni allí ni en el corazón es posible la traición.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los multiples planos de una REVOLUCIÓN

Vivimos una revolución, la que no ha ocurrido nunca, la que no mientan los libros, ni los sabios, ni entendidos, la que no es posible comparar, la de los planos infinitos en un mismo tiempo histórico, la de inesperados giros, la que está viva, escucha, habla, gesticula, corre, salta, y mira a todas partes. En ella estamos nosotros íngrimos y solos, cimarrones, con un brillo, con una flama, separados de todo poder, buscándonos en la alegría, en la sencillez, en la humildad. Vivimos una revolución donde los juntos prefiguramos con nuestros cuerpos otro modo de relacionarnos, otra manera de producir, otra forma de andar; sólo posible colectivamente.

Vivimos una revolución en donde participan por igual los que deseamos permanecer y los que queremos cambiar, pero ninguno de nosotros lo sabemos, lo cierto es que acabaremos con el capitalismo como cultura, porque ambos somos capitalistas, y como tales debemos desaparecer, por eso es que estamos en proceso de la separación de esta cultura para comenzar la juntura de lo colectivo que nos conduzca a la creación de la cultura socialista, esa es la gran contradicción de este tiempo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Más o menos por aqui va la cosa.

Cuando pensamos en iniciar este blog, sabíamos que ya teníamos mucho camino adelantado, pues tenemos mucho material, para compartir, conversas que han ocurrido en los últimos 20 años, música, afiches, libros, periódicos, editoriales, manifiestos, pinturas, dibujos, poesía, en fin tenemos como sostener el Blog, el único problema que sabemos que tenemos es que no lo manejamos bien , no sabemos utilizar la herramienta, estamos haciendo un gran esfuerzo por aprender rápido, y de vez en cuando nos machucaremos los dedos entre martillazo y martillazo, aquí le dejamos entonces un planteamiento, en formato vídeo, porque no necesariamente para comunicar algo dentro de un blog esto debe ser por escrito, si algo hemos descubierto en este trajinar es que existen millones de maneras de comunicar lo único que hay que hacer es usar de vez en cuando el cerebro.



Si por razones de espacio por aquí no lo puedes visualizar bien les dejamos este enlace.

http://www.youtube.com/watch?v=Q_P7WydonSY

lunes, 2 de noviembre de 2009