Desde 1989 estos señores no dan pie con bola, a los de la derecha los salvan en su accionar político los mercenarios pagados por las grandes transnacionales; grandes y verdaderas interesadas en tumbar al gobierno de Chávez primero y de Maduro ahora, porque de otra manera hace años que no existirían como actores políticos, ni como empresarios, ni como artistas, ni como intelectuales, ni como economistas, ni como un coño, por el simple hecho de que nunca han tenido carácter, siempre han sido satélites, siempre sin raíz, jalabolas sempiternos de lo extranjero con plata, sin apego al terruño.
Por eso Chávez hizo con ellos lo que les dio la gana y Maduro se sobra en su accionar político, no sólo porque es un auténtico político, formado en las enseñanzas prácticas y el forje de carácter de Hugo Chávez, sino porque la llamada derecha (esa caterva de inútiles que durante quinientos años gobernaron la mina como mayordomos traidores, que se vendían cada cierto tiempo al mejor postor imperial que tocara las costas de Venezuela buscando el dorado) sigue demostrando su odio, su ignorancia sobre nosotros, su incapacidad para comprender que estamos dispuestos a ser un país, no por un hecho ideológico, no por seguidores, no por pedigüeños o jalamecates, como ellos lo han sido en su historia (cada ladrón juzga por su condición) sino porque somos un pueblo con intereses distintos a quienes siempre nos vieron y nos trataron como sus esclavos.
Pero la izquierda (ese otro brazo de ese cuerpo humano que siempre alimentamos con nuestra energía, que en política un día nos saluda como derecha y otro como izquierda)...
Siempre nos preguntamos por la izquierda, ¿por qué la izquierda (su dirigencia y algunos confundidos ideológicos estancados en el tiempo) odió tanto a Chávez? ¿Por qué lo negó con tanta fuerza? ¿Por qué lo traicionó y se burló en público y privado aun más (como aún lo hacen con Maduro, mientras éste y aquél les mataron el hambre, con puestos y cargos donde siempre pusieron la cagada y conspiraron y conspiran cobardemente, mientras abultan sus cuentas y después gritan allá va el ladrón)? ¿Por qué ha sido tan irresponsable en política, y no desde ahora sino desde siempre (veamos como muestra a Teodoro y Pompeyo)? ¿Por qué será que Douglas Bravo, Gabriel Puerta y muchos otros dirigentes de izquierda no son chavistas y el comandante Magoya junto con todos los campesinos que combatieron con él sí lo son? ¿Por qué Soledad Bravo no es chavista y todos los cantores viejos, campesinos obreros y pescadores sí lo son?
Como esas pudiéramos hacer las mismas comparaciones en distintos quehaceres y los resultados serán los mismos. Es simple, porque la izquierda pertenece al mismo cuerpo que la derecha y por tanto siente como la derecha, habla como la derecha, aspira como la derecha, se comporta como la derecha, nos odia como la derecha, nos teme como la derecha, y es incapaz –como la derecha– de comprender que somos un pueblo en revolución, diferente al pueblo que usaron en el capitalismo para sus manipuleos y pequeñas ambiciones.
Pero además aprendió de la derecha la demagogia, y, lo peor, cree que es verdad. Por ejemplo, viven reclamándole al Gobierno que arregle la economía, que no regale el petróleo, que Maduro es bruto por ser chofer, que Chávez era un genio pero se equivocó al nombrar a Maduro, o a lo mejor siempre se equivocó y no nos dimos cuenta, que funcione bien la salud, la educación, que monte plantas nucleares, que sean una maravilla las fábricas, que haya comercio justo, que las leyes sean para todos, que la libertad, que la igualdad, que los derechos, que no a la dictadura, que sí a la democracia, que si no el Gobierno se va a caer, que si Chino, que si Nacho, que si un buen policía, que eliminen al ejercito burgués, que invadan a los Estados Unidos, que si Maduro está vendido a la derecha, que si es muy radical, que la lucha es armada.
Todo igual a la derecha; pero un pequeño detalle, la derecha sí sabe la verdad y lo que hace; la izquierda no. Esa clase media no sabe que es usada (algunos dirigentes sí, pero ya son de derecha) para apaciguarnos como pueblo, para mantenernos sumisos y esclavos.
¿Cómo será eso de aplicar el marxismo?
El poeta Federico Ruiz en su texto sobre Chávez en Misión Verdad, nos hizo recordar un cuento de un campesino viejo militante de izquierda que nos contó lo siguiente:
"Éramos un grupo de activistas de origen campesino que estábamos entrenándonos por los lados de Trujillo y por las noches teníamos un transistor de pila de los pequeñitos, pendientes de agarrar radio Habana Cuba, o Radio Rebelde, pero cuando eran como las once de la noche por esos lados se cogía una emisora del estado Lara donde había un programa de música venezolana que se llamaba Los venezolanos primero y lo conducía Luis Gerardo Brito.
En ese programa pasaban al Cazador Novato (Rafael Martínez), El Carrao de Palmarito, a José Romero Bello, Eneas Perdomo y a todos esos grandes de la música, así como también pasaban las leyendas del Silbón, La Llorona, Florentino y El Diablo y nosotros nos pegábamos a escuchar. Un día estaban pasando a Florentino y El Diablo y nosotros ahí pegaos, cuando de pronto nos llegó callaíto el cámara responsable de la ideología y nos dijo qué es eso camaradas, por qué están escuchando eso, ustedes no saben que eso es diversionismo ideológico... y ese día no pudimos terminar a de escuchar a Florentino y El Diablo, y estaba apenas empezando; la última copla que escuchamos fue: 'Catire por si se atreve, por si se atreve, espéreme en Santa Inés, que yo lo voy a buscar, óigalo bien, para cantar con usted'".
Lo arrecho, compañero, es que el día de las elecciones del referéndum me conseguí con ese cámara y contento le pregunté si iba a votar por el no y el señor resultó ser escuálido, y yo me quedé preguntándome la vaina: ¿Cómo será eso de aplicar el marxismo?
Hoy otra vez, la misma disyuntiva y nosotros monolíticamente votaremos por nosotros, es decir, por Maduro, por los parlamentarios que se escojan para representarnos. No porque sintamos que la representación es una opción, sino porque cada día esas acciones nos acercan a la participación protagónica. Principio y fin de la cultura no esclava que construiremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario