sábado, 19 de diciembre de 2009

El Universo Viaja solo


El dilema planteado entre sostener el actual suicidio colectivo, que por modelo civilizatorio asumimos los humanos, y la posibilidad de vivir, obliga a tomar partido; de allí que el soñador asume la vida.

El soñador no deja al azar lo que le toca de vida, hace conciencia de su hacer, si decide exiliar el afecto no lo hace con lo vivo. Sueños es un proyecto de vida que ha de manifestarse en una manera de hablar de actuar, de andar, de producir en donde el soñador destierra de si todo dato que le conduzca a miserear lo que ha de compartir con otros, es un proyecto en donde a conciencia se apropia de su hacer, se desaliena, se separa de lo muerto sin maldecir.

El soñador retira sus afectos a un mundo cultural que apostó por miedo, por hambre y por ignorancia a lo estático, a la odiatría, porque nunca una institución sabrá de risas y de llantos, nunca de instintos, jamás de atardeceres, auroras y por más que se le donen afectos sólo devolverá el frío regaño del papel timbrado, de allí que los afectos deben volver al sitio de donde jamás debieron partir, al cuerpo individual y colectivo.

El sueño es un territorio que el cuerpo abona para otra estadía.

El soñador siempre estará de paso, es un viajero en el infinito Cosmos, si deber se asigna es proteger la nave que lo conduce por los azules y luminosos espacios.

En su proyectado viaje concientiza el nido para el circunstancial reposo, está en él como esencia contribuir, a construirlo y en eso el afecto es solidario.

La casa de un soñador siempre estará dispuesta para el incansable viajero, ha de ser una estación que todo soñador debe proteger.

El sueño como proyecto de vida no socializa, no uniforma, no aglomera, cree en la diversidad como el dato cultural más auténtico, el asombro por lo diverso hace la alegría por la vida.

El sueño espera un tiempo para florecer; como la semilla, no carga prisa, por eso el soñador no predica, ni convence, no adapta discurso, no contamina por interés o fatuidad su lenguaje su código está en el sueño mismo y su clave la conocerán los soñadores en cualquier parte que habiten el planeta.

El soñador no sabe de fronteras no le preocupan triunfos o fracasos, no está en él la ideología que lo dicotomiza entre bien y mal.

El soñador tiene como meta el camino por tanto cada paso será su medio y su fin. En ese entendido todo lugar es para el soñador su lugar de origen y partida, nada le pertenece y a todo pertenece.

El soñador no abandona su sueño para acompañar otros sueños, de ser así lo abandonado estaba en si mismo, y quien se suponía soñador no era tal, porque “Nadie puede traicionar a sus sueños sin traicionarse a si mismo”.

El soñador con su sueño acompaña el sueño de los juntos y en el caso que lo acompañado devenga en espejismo, será fácil para el soñador continuar su viaje, porque él estará acompañado de si mismo en su sueño.

El soñador no esconde el sueño, lo difunde alegremente, pero si permite que se le transgreda, que se le contamine, por la incomprensión de no saber asumir la responsabilidad que el sueño trae consigo, preferible es callarlo a tiempo.
El soñador entiende que los Proyectos Colectivos son posibles desde la soledad reflexiva, es la decisión de los solos estar juntos sin previo reclamo, sin retroactivar los afectos, luego de escucharse en el adentro, después de separarse de buscarse en el cuerpo es posible estar juntos respetando el universo que viaja solo.

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