lunes, 14 de diciembre de 2009

Y si todo no se hace con Real


¿Y si el socialismo no se construye con mas petróleo? ¿Qué pasa si el socialismo se hace de otra manera que no sea produciendo más? ¿Qué pasa si dejamos de competir? ¿Qué pasa si nos ponemos a pensar juntos? ¿Qué pasa si dejamos de alimentar sinfónicas y alimentamos masivamente el pensamiento? ¿Qué pasa si el Socialismo no se hace con real? ¿Qué pasa si nos dejamos de tanta palabrería hueca y nos fajamos a crear de verdad? El socialismo no es, ni puede sostenerse en una ideología.


El socialismo debe ser conversado como una intracultura, individual y colectiva, en donde su manera de producir, genere unas relaciones de producción desde la solidaridad. En donde el conocimiento no sea un sistema de creencias, mitos o leyendas que fortalezcan la ignorancia y el miedo en las mayorías, sino que sea pensado y amasado desde el trabajo mismo en colectivo y en concordancia con las necesidades del espacio y el tiempo histórico de las comunidades, siempre guiado por las realidades.


A los compañeros de la clase media, es evidente que estas letras le incomodan, porque durante muchos años ellos han decidido la vida de millones de obreros en el planeta, ellos han detenido en nombre de sus intereses el posible avance de los briosos músculos de la invención colectiva, su habitar en el filo de la navaja, no les permite violentar el sistema, ellos se abrogan el derecho a decirnos qué debemos y qué no debemos hacer, hacia donde ir, que construir, sin darse cuenta, ellos siempre nos han devuelto a la tragedia, pero no es su culpa individual, ellos son parte de un sistema de clases en donde su ubicación les crea ilusiones, mitos, leyendas que por todos los medios tratan de hacer cumplir.



Ellos se creen destinados a salvarnos del capitalismo, por eso nos mandan, nos organizan, y nos forman a su imagen y semejanza como todos los dioses de sus mitos. Sin darse cuenta usan el lenguaje del poder y a veces como no aceptamos nos regañan.


A esos compañeros decimos, porque debemos sincerar esta conversa, el problema no es contra ustedes, el problema no es contra nadie, el problema es que debemos desaparecer como clases, y para ello es imperativo que el capitalismo deje de existir, para ello es necesario vencer, como dijeron antes, la enorme fuerza de la costumbre anidada en todo nuestro cuerpo.


Los compañeros de la clase media que creen en la revolución, le pedimos que no crean, que la piensen, que la inventen, que la amasen, que la digieran con nosotros los más pobres, pero de tú a tú, con humildad, con desprendimiento, no nos teman, nosotros no queremos gobernar ni tener poder, esa idea de tener poder se nos inculca desde afuera, de los que lo han vivido, es decir desde su clase, porque en el fondo, siempre se aspira a estar en donde están los dominantes, esta conversa se ha ocultado, pero no se puede ir hacia la eliminación del fin justifica los medios si desde ya los revolucionarios no se andan con la ética que les habita. Decir la verdad, dijo alguien nos hará libres.


Hoy necesitamos otro tipo de organización, que obedezca a las circunstancias históricas, una organización donde todos podamos circularnos, vernos las caras, tomar decisiones juntos, una que no se esconda, que no justifique sus errores, que no coloque sus intereses por encima del colectivo, que en nombre de ningún ideal obligue al colectivo a cumplir tareas que no son de su agrado, que no sacrifique, que no martirice, que no coarte, que sea fresca que obedezca al cuerpo, que no sea para siempre, que pueda desaparecer cuando no sea necesaria.


Los expertos no son nuestro sur, porque no están en sintonía con los tiempos revolucionarios, así repitan frases, hagan gestos, enarbolen banderas, la razón es sencilla allí no está el corazón.


Los cómodos no pueden orientarnos, porque ellos de manera inconsciente reproducen las ideas del sistema, porque no están necesitados de la revolución, no desean cambiar nada.


La tarea es de todos, sin límites de tiempo, sin apuros, está en nosotros diseñar el lenguaje, construir la idea, imaginar la forma, nada debe ser desperdiciado, toda idea cabe, toda idea es desechable, vengan aquí los sabios y los ignorantes, eso si lleguemos sin arrogancia, humildes. Circularse es una manera, de cara a cara, de corazón a corazón.


Estamos en los días en que todo ha de ser pensado, ninguna trampa debe crearnos la ilusión de soluciones mágicas, los pobres del mundo hemos soportado en diez mil años todos los rigores que han hecho la opulencia de unos pocos, y eso nos ha hecho sabios y pacientes. Busquemos juntos, entre nosotros, las claves que hagan posible una ética del corazón con la cual podamos habitar confiadamente este mundo. Todo, absolutamente, estará sometido a nuestra ignorancia, los íconos, serán preguntados, cada verdad procesada, la única certeza será la ignorancia y la audacia de la pregunta. Si consiguen algún atisbo de certeza, no se confíen, repregunten, sospechen, no acepten, analícenlo ebria y sobriamente, cuerda y locamente, solos y colectivamente. En cualquier esquina está la ideología tratando de joder, de aquietar, de negar el sueño, porque ella se sustenta en la enorme fuerza de la costumbre y no crea que es la ideología del otro, el que consideramos enemigo, es la nuestra, con la que dormimos, la que nos conduce a cometer y decir barbaridades, es nuestro rezo, de el es que debemos cuidarnos.


Tenemos que discutir, de casa, transporte, salud, educación, deporte, diversión, arte, trabajo, información, comunicación, y cualquier otro tópico que se escape a esta memoria, pero desde otra óptica, que no sea la explotación, la compra venta. Se sabe que los doctos se reirán, o harán el consabido mohín contra la ignorancia, sin embargo, esa sabiduría no ha podido resolver el asunto, y por el contrario cada día que pasa, los señores tecnoburócratas se vuelven un kilo de estopa, pretendiendo resolver todo con real.

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