Este artículo es parte de una serie que tiene que ver
con pensar en el concepto LO COLECTIVO como cultura que sustituya lo individual,
que produce y sostiene la cultura capitalista; no sólo en su imaginario sino
desde la práctica del aparato de producción y sus instituciones.
No está lo colectivo en estos textos referido a
gremios o grupos o aglomerado de personas que luchan en el marco de la cultura
capitalista por tal o cual interés, por suplir tal o cual carencia; nos
referimos a otro dato cultural, a otra manera de mirar y mirarse en el
universo, otra forma de producir, vivir y relacionarse.
Es un aporte para conversarlo en el marco de la
creación del gran polo patriótico, invitamos a conversar sobre el tema.
Si en una revolución no se genera otro pensamiento,
esa tragedia, ese empatucamiento de sangre, sudor, lágrimas y mierda; de nada habrá servido y
todo el esfuerzo sólo servirá para sustituir a los dueños en el poder.
Esta revolución nos facilita a los pobres esa opción,
no culpemos a nadie sino asumimos responsablemente la elaboración colectiva de
este otro pensamiento, no uno más, el otro; lo que aun no es. No repitamos
historias pasadas. El dolor es grande en la tragedia humana.
Hablar de los gremios, es meterse con el pan de casi
toda la clase media, los traidores de clase y los trepadores que han conseguido
en esas organizaciones una forma de vivir de la miseria. Pero no queda otra que
tocar el tema, el íntimo ético así lo exige, si queremos construir un país que
supere la condición de mina en la que hoy vivimos.
Quienes crean un gremio, sea este sindical, vecinal, de
género, de raza, religioso, partidista, discapacitados, cooperativista,
empresariales, deportistas, artistas, o de lo que sea., siempre parten de la
necesidad no satisfecha de los que agremian, de su marginamiento, de su
sometimiento.
El gremio en su estructura organizativa siempre
mantiene la ley del dueño aunque se disfrace de democrática; es uno o el comité
el que decide vida y hacienda de lo conseguido en nombre de todos.
Así funcionan los dueños de los gremios; por supuesto
todo esto ocurre en la legalidad del capitalismo; todo el mundo (es decir los
agremiados) sabe que se ejerce la dictadura y que se roba, pero es imposible
quitar al dueño porque lo que más puedes hacer es sustituirlo por otro dueño u
otros dueños, quienes siempre inculcarán el miedo de que el gremio no puede
desaparecer porque entonces ¿quién te va a defender? ¿El Chavo?
En el capitalismo estamos atomizados en individuos agremiados,
lo grave es que cada gremio pide para sí todos los recursos del país; cada uno
se siente con el derecho a reclamar prebendas; a nadie le importa el otro
gremio; cada uno es rapiño del país, cada uno demuestra la capacidad de
consumo; los gremios son parte de la estructura del sistema aun cuando hayan
nacido en nombre de la ayuda al oprimido. en este tiempo revolucionario, una
tarea importante es crear conciencia de que los gremios son una especie de
cáncer o rémoras organizativas, que no
nos permiten a las grandes mayorías organizarnos como país; son anclas
que nos mantienen en el pasado, que perturban la tarea revolucionaria, porque
mantienen a los agremiados pidiendo, esperando, amodorrados, enviciados. Que no
permiten dar rienda suelta a la invención, a la búsqueda, a la reflexión. Los
gremios se convirtieron en entes contrarrevolucionarios y ayudaron a
restablecer el capitalismo en los diferentes experimentos que se han hecho en
nombre del socialismo; los gremios están dirigidos por gente cómoda, que en el
fondo no desea cambiar, por tanto esperan que nada cambie e inconscientemente
hacen esfuerzo para que la revolución no ocurra.
El problema de los partidos
El partido es un gremio de conjurados que digan lo que
digan, en nombre de lo que sea, su único y verdadero objetivo es apoderarse del
poder o mantenerlo, para ello su fin siempre justificará los medios. Estos
partidos pueden ser de izquierda o de derecha, más o menos pero buscarán el
mismo objetivo, tener el poder.
Siempre han existido en la historia humana, nunca han
cambiado de parecer. Ya con el nacimiento del capitalismo aparecen como lo que
se llamaron los partidos modernos, claramente representando a una que otra
clase, sin embargo los llamados partidos proletarios o comunistas, no son
fundados por los proletarios sino por la clase media, que en nombre del
proletariado actuó, por tanto su accionar práctico se correspondía con las
necesidades de la clase media.
Hoy necesitamos otro tipo de organización, que
obedezca a las circunstancias históricas; una organización donde todos podamos
circularnos, vernos las caras, tomar decisiones juntos; una que no se esconda,
que no justifique sus errores, que no coloque sus intereses por encima del
colectivo, que en nombre de ningún ideal obligue al colectivo a cumplir tareas
que no son de su agrado, que no sacrifique, que no martirice, que no coarte, que
sea fresca que obedezca al cuerpo, que no sea para siempre, que se sienta parte
y no exógena a la clase, que pueda desaparecer cuando no sea necesaria.
El gran polo patriótico debe ser comprendida como una
circunstancia histórica viva en donde todos podamos contribuir a transformarnos en el proceso de eliminación del capitalismo, el
cuestionamiento de todo lo existente es una clave.
El abismo de la creación y de la invención de la otra cultura es un
buen destino, quedarnos en la ilusión y la esperanza es repetir al infinito la
muerte religiosa que somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario