¿Hasta cuándo agradeceremos el fusilamiento?
Los seres humanos oprimidos y descendientes de oprimidos hemos ido cayendo en cuenta de las muchas formas de opresión. Una larga, consciente y profunda formación cinematográfica (formación: educación, moldeado del pensamiento y la conducta; adoctrinamiento) consiguió acostumbrarnos a la idea de que nociones como sometimiento, imperio y dominación sólo tienen sentido efectivo si vienen acompañadas de plomo, soldados y misiles. Todavía hay quien cree que no está siendo sometido porque no ve el cañón apuntándole a la frente. Buen momento para entender que el cañón los está acribillando desde adentro. El cañón no se ve, y cuando se deja ver luce tan apetitoso que muchos llegamos a agradecer que nos ametralle.
La bomba en el cerebro
(Obedecer, mandar y repetir)
A las hegemonías ya no les es necesaria la fuerza física para dominar (aunque a veces ayuda; pregúntenle a colombianos, iraquíes, afganos, palestinos y otros). Y aunque no es casual que los amos y dominadores del mundo siguen siendo los que tienen las bombas y los arsenales (y las comodidades y los recursos y la riqueza) va siendo hora también de fijarse en las otras armas, esas que nos estallan cada minuto dentro de la casa y dentro del cerebro. Esas bombas han resultado ser las herramientas y formas más efectivas de la dominación. Cuando hablamos, pensamos, nos vestimos, producimos, consumimos, nos divertimos y actuamos (vivimos) como el enemigo nos indica que debemos hacerlo, ya no le hace falta matarnos.
El mecanismo más poderoso de este complejo ejército de atacantes sin fusil y explosivos sin pólvora ha resultado ser el que nos "recomienda" ser y pensar como el enemigo, bajo riesgo de ser excluidos, execrados y pateados del sistema, del “orden” mundial (orden: El poderoso manda y nosotros obedecemos). A la imposición y adquisición de doctrina e ideología se le ha disfrazado de sublime conocimiento, y los lugares donde se perpetra este crimen contra el ser humano se llaman escuela, liceo, colegio, universidad. En esas construcciones hegemónicas nos encasquetan unos libros, una forma de razonar, de conducir a gente mansa y obedecer a gente poderosa. En las aulas, unos pocos sabios nos zampan unos discursos que debemos repetir fiel y dócilmente. Está la opción de negarse a repetirlos, pero en ese caso jamás pasaremos las materias. ¿Y por qué es tan grave no pasar las materias? Ah, linda pregunta: por supuesto que no sería grave si no nos hubieran aterrorizado desde niños con aquella leyenda de que quien no va a la escuela y a la universidad no es nadie en la vida. Usted entra a la universidad con la esperanza de recibir un título. Para “ser alguien en la vida” hay que pasar unas materias, y para pasar materias hay que repetir lo que le ordenan que repita. Así nos enseñaron a ser esclavos o amos, y el manjar con que nos seducen para que ingresemos en ese circuito de la ignominia y el asco lo han llamado "saber". Saber: No cuestionar al mundo porque las cosas está bien como están. Obedecer, repetir.
La cagada del saber
El mundo ha sido dominado desde tiempos ancestrales por esa gente que es dueña del saber (y de los recursos, y las comodidades, y la riqueza y el tiempo y la vida de nosotros los esclavos). Y muchos de nosotros, las víctimas de ese inmenso engranaje que nos impone todo (conductas, pensamientos, ritmos) solemos creer que podemos acabar con ese sistema utilizando el mismo lenguaje y los mismos códigos que nos sojuzgaron. La cagada: Creemos que para destruir este mundo y construir uno nuevo tenemos que estar empapados de “saber”, es decir, del mismo elemento que sirvió para construir la sociedad putrefacta que estamos padeciendo, y que por fortuna está en sus momentos finales.
Entre saberes e ignorares te veas
Frente a quienes creen que hay que seguir ensayando encuentros de saberes, creemos firmemente que esta es la hora de los ignorares. El “saber” tal como lo conciben el capitalismo y las hegemonías acabó o está acabando con la posibilidad de vivir en un planeta justo, disfrutable y habitable. Hay que probar entonces con su opuesto. Con el pulso y la energía de quienes queremos empezar por destruirlo todo, o al menos cuestionarlo.
¿Cómo lo haremos? Lo ignoramos. Ese es nuestro punto de partida. El qué y el cómo tenemos que averiguarlo, diseñarlo, discutirlo, parirlo juntos quienes no sabemos. Quienes tenemos la necesidad de hacerlo. Los que quieren seguir reconstruyendo y tratando de salvar al mundo actual también ayudarán, porque sin fuerza opuesta tampoco hay revolución. Viene el Primer Encuentro Mundial de Ignorares. Ignoramos cuándo ha de ser, ignoramos dónde, ignoramos cuándo. Pero viene. Seguiremos informando (e ignorando).
José Roberto Duque
Los seres humanos oprimidos y descendientes de oprimidos hemos ido cayendo en cuenta de las muchas formas de opresión. Una larga, consciente y profunda formación cinematográfica (formación: educación, moldeado del pensamiento y la conducta; adoctrinamiento) consiguió acostumbrarnos a la idea de que nociones como sometimiento, imperio y dominación sólo tienen sentido efectivo si vienen acompañadas de plomo, soldados y misiles. Todavía hay quien cree que no está siendo sometido porque no ve el cañón apuntándole a la frente. Buen momento para entender que el cañón los está acribillando desde adentro. El cañón no se ve, y cuando se deja ver luce tan apetitoso que muchos llegamos a agradecer que nos ametralle.
La bomba en el cerebro
(Obedecer, mandar y repetir)
A las hegemonías ya no les es necesaria la fuerza física para dominar (aunque a veces ayuda; pregúntenle a colombianos, iraquíes, afganos, palestinos y otros). Y aunque no es casual que los amos y dominadores del mundo siguen siendo los que tienen las bombas y los arsenales (y las comodidades y los recursos y la riqueza) va siendo hora también de fijarse en las otras armas, esas que nos estallan cada minuto dentro de la casa y dentro del cerebro. Esas bombas han resultado ser las herramientas y formas más efectivas de la dominación. Cuando hablamos, pensamos, nos vestimos, producimos, consumimos, nos divertimos y actuamos (vivimos) como el enemigo nos indica que debemos hacerlo, ya no le hace falta matarnos.
El mecanismo más poderoso de este complejo ejército de atacantes sin fusil y explosivos sin pólvora ha resultado ser el que nos "recomienda" ser y pensar como el enemigo, bajo riesgo de ser excluidos, execrados y pateados del sistema, del “orden” mundial (orden: El poderoso manda y nosotros obedecemos). A la imposición y adquisición de doctrina e ideología se le ha disfrazado de sublime conocimiento, y los lugares donde se perpetra este crimen contra el ser humano se llaman escuela, liceo, colegio, universidad. En esas construcciones hegemónicas nos encasquetan unos libros, una forma de razonar, de conducir a gente mansa y obedecer a gente poderosa. En las aulas, unos pocos sabios nos zampan unos discursos que debemos repetir fiel y dócilmente. Está la opción de negarse a repetirlos, pero en ese caso jamás pasaremos las materias. ¿Y por qué es tan grave no pasar las materias? Ah, linda pregunta: por supuesto que no sería grave si no nos hubieran aterrorizado desde niños con aquella leyenda de que quien no va a la escuela y a la universidad no es nadie en la vida. Usted entra a la universidad con la esperanza de recibir un título. Para “ser alguien en la vida” hay que pasar unas materias, y para pasar materias hay que repetir lo que le ordenan que repita. Así nos enseñaron a ser esclavos o amos, y el manjar con que nos seducen para que ingresemos en ese circuito de la ignominia y el asco lo han llamado "saber". Saber: No cuestionar al mundo porque las cosas está bien como están. Obedecer, repetir.
La cagada del saber
El mundo ha sido dominado desde tiempos ancestrales por esa gente que es dueña del saber (y de los recursos, y las comodidades, y la riqueza y el tiempo y la vida de nosotros los esclavos). Y muchos de nosotros, las víctimas de ese inmenso engranaje que nos impone todo (conductas, pensamientos, ritmos) solemos creer que podemos acabar con ese sistema utilizando el mismo lenguaje y los mismos códigos que nos sojuzgaron. La cagada: Creemos que para destruir este mundo y construir uno nuevo tenemos que estar empapados de “saber”, es decir, del mismo elemento que sirvió para construir la sociedad putrefacta que estamos padeciendo, y que por fortuna está en sus momentos finales.
Entre saberes e ignorares te veas
Frente a quienes creen que hay que seguir ensayando encuentros de saberes, creemos firmemente que esta es la hora de los ignorares. El “saber” tal como lo conciben el capitalismo y las hegemonías acabó o está acabando con la posibilidad de vivir en un planeta justo, disfrutable y habitable. Hay que probar entonces con su opuesto. Con el pulso y la energía de quienes queremos empezar por destruirlo todo, o al menos cuestionarlo.
¿Cómo lo haremos? Lo ignoramos. Ese es nuestro punto de partida. El qué y el cómo tenemos que averiguarlo, diseñarlo, discutirlo, parirlo juntos quienes no sabemos. Quienes tenemos la necesidad de hacerlo. Los que quieren seguir reconstruyendo y tratando de salvar al mundo actual también ayudarán, porque sin fuerza opuesta tampoco hay revolución. Viene el Primer Encuentro Mundial de Ignorares. Ignoramos cuándo ha de ser, ignoramos dónde, ignoramos cuándo. Pero viene. Seguiremos informando (e ignorando).
José Roberto Duque
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