El capitalismo es un viejo muy sabio
Por más planetas que soñemos como mina y mercado, nunca lograremos saciar lo perdido, no hay acumulación que valga para satisfacer las necesidades ancestrales que se volvieron infinitas en el cerebro de los consumistas que somos.
Está ocurriendo el colapso de un sistema único en todos los sentidos, no de cualquier sistema, es nada más y nada menos que el capitalista, aglutinador de todos los sistemas poderosos que han existido hasta el momento; es la maceración de diez mil años de atentar contra la vida en todas las formas y maneras. Un sistema por demás sabio, manipulador de todos los miedos, de todas las hambres en todos los tiempos y lugares; capaz de adaptarse a todas las circunstancias, atrayendo para si todo lo que se le manifieste contrario y utilizando sus creatividades hasta convertirlo en pieza indispensable de su propio engranaje.
Un sistema con la virtud de dividirnos en tantas partículas como sea su necesidad, en su nombre o en su contra (es lo mismo) somos gremio, género, color de piel, religión, trabajador, campesino, sexo, partido, individuo; en la ilusión de que somos el todo. En el pensamiento mágico que nos habita, creemos ver solucionados los problemas en la medida en que logramos resolver el nuestro, sin percatarnos que no somos solos, que no es posible nuestra existencia sin el otro.
Todo pensamiento que no supere este accionar de la dialéctica capitalista está destinado a sostener lo existente.
Hablamos de corrupción y honestidad sin saber que ambas acciones son parte de un mismo decir. Como gusanos trabajamos y nos reproducimos en el cadáver desconociendo que al final seremos mariposas.
Todo esfuerzo por arreglar, acomodar, salvar, reformar este sistema, será inútil.
Lo macro construyó un mundo social incontrolable, en donde la mercancía sustituyó los afectos al punto de tornarlos mercancía. La gente mercancía nos compramos y vendimos hasta la sociedad, de allí la molestia, el hastío y el no saber a dónde ir, que más hacer.
El corazón no es una máquina
Ahora estamos detenidos y con más miedo, ignorancia y hambre que los ancestros. Por hambres ancestrales, la ignorancia nos conducirá a comernos la semilla y con ello vendrá lo que tanto se ha temido.
Todos estamos pariendo un mundo, lo distinto, lo que no se puede nombrar, ni calificar, ni señalar, si no cuando ya sea. Todo término como: revolución, cambio, transformación socialismo, será cuestionado por los hechos.
Nada es pacífico o violento, es diferente y señalará sus propios hilos y necesidades; su ética no se corresponderá con nada de lo conocido.
Es cierto que en el pasado la historia del planeta la signó la lucha de clases, siendo su rasgo distintivo la violencia como sistema de cambio, Pero el obliga a rasguñarnos el cerebro, a torcérnoslo porque se requiere pensar, ya no como acumuladores de poder, sino como eliminadores de poder, ya no como constructores del mundo preconcebido, si no como inventores de lo distinto, en donde el corazón no sea una máquina.
Dejemos de ser la horda
Cada día se requiere de otras emociones consumibles, imposibles de producir. Los centros comerciales son los modernos templos de la religión del consumismo, cada cual compite por tener su propia iglesia mientras las grandes mayorías somos conducidas a las piras del gran holoc
austo comercial que se transporta en las bolsas de valores de la guerra en todo el planeta, sin que nos oigamos, miremos y pensemos desde otra perspectiva como no sea la esperanza de que un líder, gobierno o empresario ladrón nos saque de la tragedia o nos resuelva lo que estrictamente debemos y estamos obligados a resolver nosotros, porque los líderes, los empresarios, los gobiernos; creados y estructurados por el capitalismo son y corresponden a esa cultura dictatorial capitalista. Este tiempo nos pide a gritos que dejemos de ser la horda dirigida por la dictadura productiva y diseñemos una sociedad en donde nos
miremos en el adentro, una sociedad donde nos pensemos y nos produzcamos a conciencia. Mientras esto ocurre la ideología religiosa de la salvación de los pobres y la literatura de autoayuda de la clase media se extiende como verdolaga en playa por todo el planeta, confundiendo en la gran torre de babel televisiva a todos los pobres quienes terminamos creyendo en pajaritos preñaos.
Ahora se nos confunde con la idea de salvar a la tierra, aterrorizándonos desde todas las pantallas, con el cuento de que el planeta se acabará, intentando desviar la atención de donde debemos mantenerla enfocada; que es en el desmontaje del sistema capitalista, si bien no es combatible como contrario, si debe pensarse y trabajarse su desmantelamiento. Olvidémonos de la tierra ella continuará su viaje, con o sin nosotros, preocupémonos por la especie, pensémonos en otra sociedad. Todo lo que somos, será molido por el devenir histórico, y no por deter
minismo o religiosidad sino por consecuencia de un hacer que nos viene desde lejos.
La claridad de la sabana
No entramos en el ámbito del secreto, cuando planteamos que la cultura capitalista se desliza por el tobogán que la hará cadáver. Sin embargo, a los objetos y a las palabras se le endilga desde su aparato de propaganda o transmisión de ideología, el valor de la esencia, aun cuando cada uno sabe en su íntimo ético la mentira que le hace vacío.
Asumimos que en esencia el ser colectivo no apuesta por el suicidio, por el contrario buscamos partiendo de la profunda autocrítica los mecanismos intelectuales que nos hagan ver la luz y la oscuridad como parte de lo mismo.
Las personas que por diversas razones, en estos veinte años de revolución (que como dice el tango no son nada ante los trescientos años de planificación que ambicionamos) hemos entrado en un proceso reflexivo que nos obliga a requetepreguntarnos nuestro hacer cotidiano, entendemos que esta tarea no es sólo de nosotros, por lo que nos impera comunicarnos con los otros inmediatos que son el cuerpo planetario atravesado de cabo a rabo por la cultura capitalista en su totalidad y por su intermedio.
Al intentar un balance, se nos torna en apariencia intocable, escuela, académico, excelencia, aparato de producción fábrica, profesor, autoridades; autonomía, ética de la razón, ciencia, cultura, arte, (agregar todo lo demás que se considere deba ser cuestionado) y en lo más cercano nosotros y nuestros compañeros de trabajo, familia, porque se nos condenaría al cuarto de los leprosos por decir lo menos; sin embargo es precisamente lo intocable por donde hay que empezar, que se coloque en la claridad de la sabana todos y cada uno de estos conceptos, todas y cada una de estas relaciones, todas y cada una de estas estructuras y con toda seguridad conseguiremos la razón de la palabra hueca e insustancial que le sostiene, permitiendo luego del doloroso llanto que nos produce el cadáver, construir sobre realidades lo que ha de ser vivo y sano en condiciones armónicas.
Abandonemos los hábitos
La democracia es una forma de gobierno de los dueños, nacida en plena sociedad esclavista, en donde el esclavo no era reconocido como gente. Todos los gobiernos capitalistas actuales son dictatoriales son gobiernos que obedecen a los mandatos de los dueños. Es gobierno de los individuos sobre los individuos Es parte de la cultura capitalista.
La cultura socialista debe crear sus propias formas, todo lo que nace trae su propio molde y contenido; el socialismo debe cambiar sus viejos enunciados individualistas y diseñarse en
Las herramientas y máquinas de la culturas socialista, no pueden ser como las del capitalismo, no se deben imaginar desechables productoras de plusvalía inmediata.
Sobre los principios socialistas, que para la vieja izquierda son incuestionables, “a cada cual según su necesidad, de cada quien según su capacidad” en el enunciado mismo está la contradicción, el socialismo europeo fue concebido para el individuo, para el hombre, por ninguna parte aparece el colectivo en el lenguaje y eso no es una casualidad porque de acuerdo con los estudiosos y los no, el lenguaje es parte de un entarimado en donde confluye realidad, ser social, pensamiento y expresión por distintas vías o lenguajes, y para el instante histórico en que fue presupuestado el socialismo, su raíz era la misma del capitalismo: el gran cisma eclesiástico o feudal, por tanto todo pensador estaba sustituyendo a dios por el humano y los socialistas utópicos o primarios que en su Mayoría eran curas o príncipes, o nobles venidos a menos, pensaban de esta manera. Lo que no dejaba de ser un pensamiento avanzado para la época, pero para nosotros, cumplidos todos esos preceptos en el capitalismo, nos toca pensar de otra manera, con otro método, que nos produzca otro concepto de sociedad. No temamos dejar los hábitos, el pasado siempre nos dijo que el no era ni será revolucionario, sólo fue un destino circunstancial.
Compañeros. Desde Argentina los felicito por el blog. Los invito a conocer el mío (Humor de izquierda) y a hacernos seguidores mutuos.
ResponderEliminar¡Hasta la victoria siempre!