Una de las trampas del capitalismo es separar el todo de las partes, haciéndole creer a las partes que pueden ser, sin el todo.
Es así como la palabra individuo contiene una gran carga ideológica, que la disfrazan con la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Dicen los que saben, que el maullar de un gato en casa de Ramón puede ser el responsable de un zapato lanzado desde la
No es extraño escuchar frases como “yo aporté mi grano de arena”, como si con eso se saldará la cuenta, los que pronuncian esta frase enfocan todo su análisis en el grano, pero ignoran el inmenso mar que tienen enfrente.
El individualismo llevado a su máxima expresión, genera la mayor cantidad de solos en el mundo, eso ocurre hoy cuando la población ha crecido exponencialmente en los últimos cien años, nunca antes como ahora la soledad ha sido mayor.
El capitalismo hoy al igual que la iglesia lo hizo ayer, nos hace creer que somos responsables de todos los problemas y desgracias que ocurren, nos exacerban la culpa religiosa para lograr de nosotros absoluta sumisión y obediencia.
El afecto queda individualizado al punto que depositamos todas nuestras ilusiones y esperanzas en una sola persona, y cuando esta se va o se muere el mundo nos importa una escoba, y como dice Gino “mientras en la guerra morían compañeros, para mi la patria era tu desprecio”.
El 12 de abril del 2002, hace ya ocho años, millones de solos se lanzaron a la calle buscando ese algo que le habían quitado, el despecho fue colectivo, el individuo desapareció y millones de soledades se juntaron para acompañarse, las partes comprendieron que nada era posible ignorando el todo, el mar se hizo presente ya el grano y la arena no importaban, lo único que tenía sentido es que sólo podíamos ser en colectivo. Lamentablemente al igual que el gobierno de facto, eso también nos duro 48 horas.
De la misma manera en que el 27 de febrero las vanguardias preclaras, los partidos, los cuadros, quedaron desaparecidos y desbordados ante la gente en rebelión, que reclamaba y no aceptaba negociaciones ni esperas.
Una vez mas se hace presente aunque no de forma consciente que la organización formal por todos conocida, no era, ya no servía.
Ahora le dicen claves, datos, señales, podemos utilizar las palabras que sean, pero como pueblo no terminamos de comprender que en todas las rebeliones ocurridas desde el 27 de febrero de 1989, nos hemos dado la organización necesaria y actuado como un todo. Ciertamente la idea incomoda y angustia, sobre todo para los añorantes del poder.
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