miércoles, 14 de abril de 2010

La patulequera final del cadáver



Como decir a todos de manera franca que la cultura capitalista llegó a su fin, que estamos viviendo los estertores, que no es una simple crisis, energética, o productiva o sicológica, o financiera, o económica, o artística, o de lo que particularmente alguien quiera, que es todo eso y mucho mas, no es que el desplome de la economía norteamericana, es norteamericana, y que con una guerra más se resolverá, o con la ayuda de otras economías saldrá a flote, señores es definitivo, estamos en un punto de no retorno, en donde los reclamos de quien lo hizo bien o mal están fuera de todo análisis. Estamos en presencia de la patulequera final del capitalismo, en su fase superior que es la pudrición del cadáver. El susto sólo nos devolverá al pasado, pero con más cáncer, dejémonos de pendejadas, de andar buscando que la institucionalidad capitalista funcione, no porque la exorcicemos, y la nombremos socialista o comunista cambiará, su naturaleza es capitalista y como tal hay que dejarla morir en su sana guerra. Toda condena a la corrupción es un acto de corrupción en sí mismo, porque intenta salvarla al querer limpiar de corruptos a la fuente de la corrupción que es la cultura misma. (“En la historia como en la naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida”, cito al viejo Marx para que los honestos de la izquierda no se arrechen conmigo,) Todas las instituciones son generadoras o multiplicadoras de lo que condenamos, la corrupción insistimos no es un mal, no es un problema, es una bendición que busca limpiar el cuerpo social.


Es válido preguntar a los camaradas que a diario se esfuerzan por condenar la corrupción, ¿Si es que el capitalismo y todas las instituciones que lo representan son buenos? ¿Si la fábrica produce bien y paga a sus trabajadores su salario, es buena? ¿El robo de plusvalía o plus producto o excedente que genera la fuerza de trabajo es bueno, no es corrupción porque el patrón paga a tiempo y cumple con el estado? ¿Si los ministerios capitalistas, las escuelas capitalistas (en todas sus variantes), los hospitales capitalistas, y nombre cualquier otra estructura representativa o rectora de cualquier actividad cotidiana del capitalismo si funciona bien, si nadie se roba la plata, entonces el capitalismo es bueno? ¿Qué se corrompe el socialismo o el capitalismo? ¿Qué está enfermo el socialismo sueño, o el capitalismo estructura? ¿De quién es el cáncer, si el socialismo no existe como estructura? ¿Por qué perder tanto tiempo en condenar la corrupción, si lo podemos dedicar a prefigurar el socialismo? ¿No es mejor soñar que condenar lo muerto? ¿No es más agradable imaginar un mundo sin explotación, que tratar de salvar lo existente?

¿En las fábricas socialistas tendremos directores de fábricas y supervisores? ¿Y esas no son las relaciones de producción capitalista? ¿No es allí donde se crea el privilegio, lo superior? ¿Quién se esfuerza por ser obrero si el orgullo es ser director o supervisor? ¿No es así la escuela capitalista y todas sus instituciones? ¿Si graduamos y titulamos personas no estamos reproduciendo los privilegios? ¿Realmente a alguien le interesa el conocimiento, o lo importante es el título?


Estas interrogantes se hacen necesarias, porque el socialismo no puede seguir siendo un hecho teórico, el socialismo tiene necesariamente que ser un hecho cultural. Por creer los revolucionarios soviéticos, chinos y todas las demás experiencias revolucionarias del planeta, que bastaba con distribuir riquezas o resolverle problemas a los pobres sin abandonar el aparato de producción capitalista se iban a resolver las cosas, la historia nos dice lo contrario, el capitalismo fue remachado en todas esas experiencias.


No temamos, vamos a discutir, a investigar y a experimentar con el cuerpo colectivo al socialismo.



Quinchoncho ignorares o muerte, ¡COMEREMOS!

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