miércoles, 21 de abril de 2010

Esa cobardía bien manipulada

El sentimiento en época de revolución es una estupidez, no, no es por amor que se hace, es por amor que se justifica y la justificación siempre va a ser un acto de cobardía individual. No es paja, tócale una costumbre a un clase media y te escupirá todos los argumentos que se aprendió en su época de la ¡U! (niversidad).

Es clave, hay que despojarse de toda paja individual existencialista si queremos de verdad asumir el peo real, ese que hace falta destruir, el que por años y generaciones hemos evitado escondiéndonos detrás de los libros, la educación y el saber, bien impuesto por los dueños y propietarios. Démonos cuenta de una vez que los sucesos que han partido la historia en dos son producto del sentimiento colectivo, de la miseria colectiva, de la rabia colectiva, del hambre colectiva, ¿no?: los negros-indios-llaneros de 1814, la horda de 1989, los cerros del 2002.


¿Nos vamos a seguir cayendo a coba? ¿Cuánta gente más vamos a volver mierda discurseándoles estupideces que no somos capaces de asumir? ¿Cuántas culpas más vamos a seguir lavando con el cuento del sentimiento? ¿Cuántos poemas más van a ser escritos desde el aire acondicionado, acondicionado del existencialismo barato? ¿Cuántas costumbres más vamos a intentar justificar? ¿Cuántos análisis van a seguir haciendo los intelectuales, de vainas de las que jamás serán parte? ¿Cuánto miedo más vamos a seguir escondiendo con el argumento? Hay que mandarlos a la mierda, hay que hacer la revolución.


No somos ni debemos ser parte de eso, de esos conocimientos mal adquiridos individualmente, de esos libros que por supuesto han sido comprados, de esas horas en la facultad planeando hacer eterna la estupidez, de esa cobardía bien manipulada con las letras, de esas ambiciones que se disfrazan con discursos de avanzada, de la falsa construcción desde el teclado y lejos de la horda, pero que en el momento clave, la clase termina desnudando y sentenciando su realidad.


Ignoremos todo, siempre se quedaran atrás cosas, recuerdos, sentimientos, anhelos, carencias, pero cuando tengamos claro que es lo que, vainas como la costumbre, el apego, el sentimiento y la propiedad, desaparecerán y comenzaremos a ser parte de la historia colectiva, esa que no tiene efemérides, ni nombres, ni traiciones.


Gustavo Borges Revilla





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