Si yo estudié, me leí a Gramsci, fuí a París.
Indiscutible mi trayectoria revolucionaria, todos saben de mí, si hubiese
honestidad en la escogencia mi nombre sería dicho. Pero claro, en estos tiempos
difusos de poca comprensión revolucionaria, donde gobiernan autobuseros, hijos
de vendedores de arañas, ¿qué podemos esperar? ¿Que haya justicia
revolucionaria a la hora de los nombramientos? ¡Pues no! ¡Hay que ser claros! ¿Por
qué Wiston y yo no?
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